viernes, 24 de junio de 2011

Países más afectados por la crisis

La crisis de 1929 y su efecto en Chile;

Considero que este vídeo de las Postales Bicentenario, relata claramente los aspectos mas relevantes de los efectos de la crisis en Chile, por ende este material servirá de apoyo para comprender mejor su repercusión y para la resolución de una futura evaluación, espero les agrade. 


 Durante la segunda mitad de la década del 20 Chile vivirá una prosperidad económica, esta estabilidad fue conseguida tras elevados préstamos que fueron solicitados a Estados Unidos, por ende tras el desplome de la bolsa Chile sufrirá grandes consecuencias.

La mayor parte de las políticas económicas de la administración de Ibáñez fueron financiadas con fondos norteamericanos, debido a las facilidades de pago que la banca estadounidense otorgaba a las economías periféricas como la chilena. Esta situación determinaba que la economía de Chile estuviera supeditada a los vaivenes del comercio internacional y a las constantes variaciones del valor del dólar, el que se hallaba constantemente amenazado por las tensas relaciones europeas durante la posguerra. Por otro lado, el panorama económico chileno se complementaba con el protagonismo de la industria del salitre, la que paradójicamente tenía como principal cliente a los Estados Unidos, hecho que profundizaba la dependencia chilena de la economía mundial y de los mercados globales.

El desplome de la bolsa de Nueva York tuvo un efecto dominó que se prolongó a la producción industrial, la que se debió someter a una recesión con los consiguientes cierres de fábricas, los que dejaron a cientos de miles de personas en las calles. Estos eventos marcaron el comienzo de la crisis más devastadora que sufrió hasta ese entonces el sistema capitalista, de la que el país del mundo más afectado resultaría ser Chile.

La doble dependencia que la economía chilena tenía del mercado mundial (los préstamos foráneos y la venta del salitre) causó que nuestro país se viera fuertemente remecido por la crisis de 1929, puesto que el brusco descenso de la demanda salitre generó una escasez de fondos que impidió a Hacienda pagar las cuotas relativas a los empréstitos comprometidos en el extranjero.

La administración Ibáñez desplegó una serie de medidas para revertir la situación, pero no fueron suficientes y las consecuencias sociales de la Gran Crisis pusieron en jaque la legitimidad del gobierno. La caída en la venta de salitres dejó tras de sí a miles de trabajadores cesantes, los que se vieron obligados a abandonar las oficinas del norte y a retornar a la zona central en busca de mejores perspectivas. Una de las medidas del ministro de Hacienda de Ibáñez, Pablo Ramírez, fue la creación de la COSACH (Corporación de Salitres de Chile), una empresa financiada y gerenciada por el Estado con el fin de agrupara a los productores de nitrato para elevar la producción y elevar los precios. No obstante, las disposiciones de Ibáñez chocaron con la severa crisis y fracasaron rotundamente.

En el año 1931 la crisis en Chile alcanzó ribetes trágicos: la falta de liquidez impedía el abastecimiento de los productos de consumo básico en los mercados externos, lo que aumentó los niveles de tensión entre los distintos grupos sociales. El fuerte descenso del poder adquisitivo de los chilenos y la cesantía, que aumentaba exponencialmente, obligaron al gobierno de Ibáñez a suspender el pago de la deuda externa.

En el contexto interno la fuerte crisis social no dejo a Ibáñez más opción que recurrir a los políticos tradicionales para intentar calmar a la agitada opinión pública, dejando de lado todo su rechazo a la clase política, a la que consideraba la culpable de todas las desigualdades presentes en la sociedad chilena. La primera medida que tomó Ibáñez fue llamar al radical Juan Esteban Montero para que ocupara el ministerio del Interior y a Pedro Blanquier, a quién encargó el manejo de la cartera de Hacienda.   

El ministro Montero restauró las libertades públicas, pero esta disposición sólo consiguió aliviar levemente a la ciudadanía, la que exigía soluciones radicales a la paupérrima situación económica del país; sin embargo, debido al aumento gradual de las manifestaciones en su contra y a la paralización de varios sectores productivos, el 26 de julio de 1931 el presidente Ibáñez presentó su dimisión y al día siguiente se embarcó rumbó a Argentina, dejando el poder en manos del Presidente del Senado, Pedro Opazo Letelier.


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